La celebración a los muertos, forma parte del imaginario mexicano, como no lo hace en ninguna otra cultura del mundo.
Dicha tradición data de la época prehispánica, sin embargo, ésta no se limita o refiere exclusivamente al culto de la figura de la muerte, sino a la ofrenda que se hace año con año como homenaje a las personas ya fallecidas.
El Día de Muertos en la visión indígena, implica la visita transitoria de las ánimas de los difuntos, quienes regresan a casa, al mundo de los vivos, para convivir con los familiares y para nutrirse de la esencia del alimento que se les ofrece en los altares puestos en su honor.
En esta celebración, la muerte no representa una ausencia sino una presencia viva; la muerte es un símbolo de la vida que se materializa en el altar ofrecido. En este sentido se trata de una celebración que conlleva una gran trascendencia popular ya que comprende diversos significados, desde filosóficos hasta materiales.
Su origen se ubica, como ya mencionamos, en la cultura prehispánica mesoamericana, sin embargo con el paso del tiempo y acontecimientos como la conquista por parte de España; trajeron consigo una combinación de nuevos significados y emblemas, que han derivado en la evolución de esta tradición.
Poco a poco, los ojos del mundo se han volcado hacia esta celebración llena de colores y significados.
La Catrina; la dama de la muerte, actualmente es sin duda un ícono para los mexicanos. Durante el transcurso del tiempo se ha adaptado su imagen, llenándola de color, misticismo e incluso, alegría. Sin embargo, esta figura no formaba parte, en el principio, de la celebración mexicana. Fue incorporada mucho después gracias a artistas como el caricaturista José Guadalupe Posada y el muralista Diego Rivera.
La Catrina, es un grabado en metal realizado y publicado en 1873, por Posada, en el cual es representada la imagen de una calavera ataviada con un sombrero de plumas, a la moda europea de entonces.
El nombre original del grabado fue Calavera garbancera. Se llamaba así porque de este modo designaban a las personas que vendían garbanza, y que, pese a tener sangre indígena, pretendían ser europeos, renegando de su raza y de su herencia cultural.
Gracias al contexto histórico y social de la época, la intención de dicho grabado era realizar una crítica y una sátira al mismo tiempo, que fueran capaces de reflejar la realidad de algunos personajes de la sociedad mexicana del momento, especialmente los enriquecidos durante la época de Porfirio Díaz, que gustaban de aparentar un estilo de vida que no les correspondía.
Años más tarde, dicha obra fue retomada por Diego Rivera, para convertir a la Calavera Garbancera en una Catrina ¿qué es una catrina? En el dialecto mexicano, es una persona elegante y de buen vestir, típica de la aristocracia del siglo XIX.
Rivera, en su mural titulado Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, realizado en 1947, pone a la calavera junto a otros personajes relevantes de la historia mexicana como Hernán Cortés, Sor Juana Inés de la Cruz, Benito Juárez, Frida Kahlo y una versión infantil del propio pintor.
Con este gesto, Rivera reconoce la representatividad de la Catrina como símbolo de las contradicciones de la sociedad mexicana decimonónica, y realiza un homenaje a su creador, José Guadalupe Posada, y a su influencia en el arte mexicano posterior.
El objetivo de las calaveras, en definitiva, era retratar la miseria y la hipocresía de la sociedad, poniendo en evidencia los conflictos de desigualdad e injusticia que existían en el país. Actualmente este personaje, forma parte de los lugares protagónicos en la fiesta mexicana, en disfraces, fiestas, textos poéticos y toda la faramalla de la celebración, el ímpetu de la gente la retoma para llevar alegría y fiesta a sus hogares.
Hoy en día, la Catrina forma parte de la cultura popular de México y se ha convertido en el símbolo por excelencia de la celebración del Día de Muertos.