Cancelar los Juegos Olímpicos saldría muy caro

Autor: Imagen Sports

julio 19, 2021

Recientemente el New York Times emitió un reportaje en el que habla respecto a las cantidades monetarias que hay en torno a la realización de los JJOO.

Dicho reportaje cobra mayor relevancia debido al contexto de crisis sanitaria que el mundo vive desde hace poco más de un año y por el cual, en un principio, se suspendió la justa Olímpica que se tenía pensada celebrar para el año 2020.

Al principio, la decisión de suspender todo, colocó en un estado de alerta y suspenso al Comité Olímpico; sin embargo, llevar a cabo la celebración era inviable. La pandemia llevaba pocos meses de ser descubierta y declarada, por lo que las medidas de reacción que tomaron los distintos países en un esfuerzo por mitigar la pandemia aún parecían insuficientes, debido a que la crisis superó las proyecciones de contagios y mortalidad; por lo que todas las expectativas de superación de la pandemia a nivel mundial, también fueron inciertas.

A un año de haber llevado a cabo la suspensión de los Juegos, la fecha próxima de inauguración se tiene contemplada para este viernes 23 de julio a las 6 de la mañana, horario de la Ciudad de México. Sin embargo, realizar los juegos no significa que la crisis haya terminado y todo vuelva a la normalidad, por el contrario, las justas deportivas se celebrarán en un contexto histórico nunca antes visto y con medidas inéditas con la intención de hacerlas “lo más seguras posibles”.

Seguramente, a estas alturas, tú como muchos de nosotros te preguntarás ¿por qué no cancelar los juegos? La respuesta es sencilla y a la vez muy complicada: hay mucho dinero de por medio.

Ser anfitrión de un evento tan importante como éste, representa todo un reto de organización e inversión para el país en cuestión. En el caso de Tokio, según el informe publicado por NYT, tan solo el estadio nacional tuvo una inversión de 15,400 millones de dólares. 

Pensar en dejar el estadio vacío para la próxima inauguración implicaría tirar a la basura toda esa inversión y además, una reputación que Tokio podría no recuperar nunca.

Jesper Koll, un asesor de inversiones que ha vivido en Japón durante más de tres décadas, dijo para el NYT:

“Este era el ejercicio de marca que iba a mostrar a la superpotencia de estilo de vida en la tierra. Al final, no se trata de recuperar o no los costos de construcción, sino de si la marca país recibe un impulso”.

Por otra parte, sobra hablar sobre la derrama económica que el aspecto turístico significa debido a un evento de este talante. Sin embargo, en el contexto que vivimos gracias a la pandemia, gran parte de las ventajas que los hoteleros o los restaurantes de Tokio podían esperar de la celebración de los Juegos, ya se han evaporado, esto después de que los organizadores prohibieran la entrada de espectadores internacionales. Además, ni siquiera los visitantes olímpicos, que estarán autorizados a entrar en Japón, tendrán oportunidad de visitar puntos turísticos o culturales porque las normas los limitan a moverse en las sedes olímpicas.

Para las televisoras, la posibilidad de ganancia o pérdida de dinero también está en juego. Se calcula que, de ser cancelados los Juegos, el Comité Olímpico Internacional podría verse obligado a devolver 4,000 millones de dólares, que es la cantidad potencial de ingresos por derechos de televisión. Dicha cifra también representa el 73% de los ingresos del COI y provienen de los patrocinios relacionados con los Juegos que en realidad, suponen cientos de millones de dólares más, por lo que cancelar definitivamente la celebración significaría incumplir contratos de publicidad y las empresas podrían solicitar reembolsos.

Por otra parte, participar como nación en los Juegos Olímpicos, también implica una entrada de dinero para cada país. Esta retribución (por decirlo de alguna manera) significa un total de 549 millones de dólares que se distribuye en los llamados pagos de solidaridad y otros a los comités olímpicos nacionales grandes y pequeños. (El desglose no especifica la cantidad que recibe cada quien).
Por ende, para muchos comités olímpicos, la generosidad del COI —que paga todo, desde los costos administrativos hasta las subvenciones para la formación y los programas de desarrollo de los jóvenes— es un salvavidas financiero vital. Incluso los países más grandes cuentan con los fondos. A principios de este año, la Asociación Olímpica Británica planteó en su informe anual la posibilidad de un colapso financiero si se cancelaban los Juegos de este verano, en el informe concluyeron:

“La cancelación de los Juegos crearía una incertidumbre material que podría arrojar dudas significativas sobre la capacidad de la empresa para continuar como negocio en marcha”.

Hasta el momento, la suspensión de los Juegos ha repercutido de manera directa en la vida de muchos de los implicados en ello, obligando, por principio de cuentas, a miles de atletas —unos 11.100 para las Olimpiadas y otros 4400 para los Juegos Paralímpicos, que en conjunto representaban a más de 200 países— a poner sus vidas en espera durante un año y a volver a comprometerse con otros 12 meses de entrenamiento. También significó aplazar los planes de matrimonio y las inscripciones en la universidad, e incluso los planes de tener hijos. Así que no es de extrañar que, en general, los competidores de todo el mundo estén ansiosos de poder competir por fin en la justa mundial.

Para los atletas olímpicos que han dispuesto toda su vida para perseguir sus sueños, los Juegos lo son todo. Pueden abrir la puerta a oportunidades de patrocinio, a dinero de bonificación por medallas, a carreras posteriores a la competición. Para muchos, también ofrecen la rara oportunidad de actuar de manera internacional, cosa que pensarla solo desde la proyección de sus países podría ser complicado o incluso imposible.

Por otra parte, en cuestiones políticas, Japón también depende, por el momento, de los juegos. Actualmente, el primer ministro, Yoshihide Suga cuenta con un índice de aprobación de apenas el 37%; cancelar los juegos pondría en jaque esta cifra.

“Si cancela los Juegos, estará políticamente muerto”, dijo Jeff Kingston, director de estudios asiáticos de la Universidad de Temple en Tokio. 

Con las elecciones nacionales que se avecinan en septiembre, dijo Kingston, Suga puede ver ahora los Juegos Olímpicos como un potencial salvavidas.

De esta manera, en cifras, se puede resumir la inviabilidad de la cancelación de la celebración. En los juegos, hay mucho en juego. 

 

CON INFORMACIÓN DE New York Times.
Visita la nota en https://www.nytimes.com/es/2021/06/28/espanol/juegos-olimpicos-cifras-2020.html

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